Introducción
ES LAMENTABLE QUE TENGAMOS QUE HACERNOS ESTA PREGUNTA.
Si las cosas siguieran su curso
natural, todo el mundo sabría qué es el amor, pero, en realidad, nadie lo sabe,
o solo en muy contadas ocasiones. El amor se ha convertido en una de las experiencias
más excepcionales. Sí, se habla de él, se ruedan películas y se escriben
historias sobre él, se componen canciones sobre él, y está presente en los
programas de televisión, en la radio, en las revistas; hay toda una industria
dedicada a proporcionarte ideas acerca de qué es el amor. Hay mucha gente
involucrada en la industria de ayudar a las personas a entender qué es el amor
pero, a pesar de ello, sigue siendo un fenómeno desconocido.
Y debería ser uno de los más
conocidos. Es como si alguien preguntara: “¿Qué es la comida?”. ¿Acaso no te sorprendería
que alguien te hiciera esa pregunta? Solo tendría sentido en el caso de que a
una persona se le hubiera privado de alimento desde que nació y nunca hubiera
probado la comida. Eso mismo ocurre con la pregunta “¿Qué es el amor?”.
El amor es el alimento del alma
pero te han privado de él. Tu alma no ha recibido nada de amor, por tanto desconoces
su sabor. Por ello tiene sentido esta pregunta, aunque es lamentable que así
sea. El cuerpo ha recibido alimento, por eso sigue viviendo, pero el alma no ha
recibido alimento así que está muerta, o todavía no ha nacido, o está siempre
en su lecho de muerte.
Nacemos completamente equipados de
la capacidad de amar y de ser amados. Todo niño nace lleno de amor y sabe
perfectamente qué es. No hace falta explicarle lo que es. Sin embargo, el
problema surge porque la madre y el padre desconocen qué es el amor. Ningún
niño tiene los padres que se merece; ningún niño tiene nunca los padres que se
merece; sencillamente, esos padres no existen en la Tierra. Y cuando llegue el momento
en que el niño se convierta en padre, también habrá perdido la capacidad de
amar.
En una ocasión me contaron que
había un pequeño valle donde los niños se quedaban ciegos a los tres meses de haber
nacido. Era una comunidad pequeña, primitiva, en la que había una mosca que
provocaba una infección en los ojos que terminaba en ceguera, así que toda la
comunidad se había quedado ciega. Todos los niños nacían con ojos completamente
sanos, pero a los tres meses la mayoría de ellos se quedaban ciegos a causa de
esas moscas. Así que, más tarde, en algún momento de su vida esos niños se
preguntarían: “¿Qué son los ojos? ¿Qué quieres decir cuando dices la palabra
“ojo”? ¿Qué es la visión? ¿Qué significa ver? ¿Qué quieres decir?”. En ese
caso, estas preguntas tendrían sentido.
Esos niños nacieron con el
sentido de la vista pero al crecer lo perdieron. Eso es lo que le ha ocurrido
al amor. Todos los niños nacen con tanto amor como se puede atesorar, con más
amor del que nadie puede atesorar, rebosan amor. El niño nace como amor; el
niño está hecho de un material llamado amor. Sin embargo, los padres no le
pueden dar amor. Tienen sus propias carencias: sus padres nunca los amaron. Los
padres solo pueden fingir. Pueden hablar del amor. Quizá digan: “Te queremos mucho”,
pero en sus acciones realmente no hay amor. La manera de comportarse, la manera
de tratar al niño es insultante; no sienten respeto.
Ningún padre respeta a su hijo.
¿Quién se plantea siquiera respetar al hijo? No se considera en absoluto que el
niño sea una persona. Al niño se le considera un problema. Si está quieto, es
bueno; si no chilla ni hace travesuras, es bueno; si se mantiene lejos del
camino de los padres, es todavía mejor. Así deberían ser los niños. Pero no hay
respeto ni amor. Los padres no han
conocido el amor. La esposa no ha amado al marido, el marido no ha amado a la
esposa. Entre ellos no hay amor; al contrario, lo que hay es dominación, deseo
de posesión, celos y todo tipo de venenos que destruyen el amor. Al igual que
existe un tipo de veneno que puede arrebatarte la vista, el veneno del deseo de
posesión y de los celos destruye el amor.
El amor es una flor frágil. Hay
que protegerlo, hay que fortalecerlo, hay que regarlo; solo entonces se vuelve
fuerte. Y el amor del niño es muy frágil; es normal porque él es frágil, su cuerpo
es frágil. ¿Crees que si se dejara solo a un niño sería capaz de sobrevivir?
Piensa en lo indefenso que es un niño; si se le deja solo es prácticamente
imposible que sobreviva. Morirá, y eso es lo que le está ocurriendo al amor. Se
le deja solo, desatendido.
Los padres no pueden amar, no saben
qué es el amor, nunca se han dejado llevar por el amor. Piensa en tus padres;
aunque recuerda, no estoy diciendo que ellos sean responsables. Son víctimas,
al igual que tú eres una víctima; sus propios padres también lo fueron. ¡Y así
hasta Adán y Eva e incluso hasta Dios Padre! Al parecer, ni siquiera Dios Padre
fue muy respetuoso con Adán y Eva. Por eso, desde el principio ya empezó a darles
órdenes: “Haz esto”. “No hagas aquello.” Comenzó a hacer las mismas tonterías
que hacen todos los padres. “No comáis del fruto de este árbol.” Y cuando Adán
y Eva comieron aquel fruto, el Dios Padre se enfadó tanto que los expulsó del
paraíso.
Esa expulsión siempre está
presente; todos los padres amenazan con expulsar al hijo, con echarlo. “Como no
me escuches, como no te comportes bien, te echo de casa.” Evidentemente, el
niño tiene miedo. ¿Expulsado? ¿A la jungla de la vida? De modo que empieza a
transigir. Poco a poco el niño se vuelve retorcido y empieza a manipular. No
tiene ganas de sonreír, pero si la madre está cerca y él quiere leche, sonríe.
Es política; el comienzo, el abecé de la política.
En lo más profundo, el niño
comienza a odiar a los padres porque no lo respetan; en lo más profundo,
comienza a sentirse frustrado porque no lo aman tal como es. Se espera que haga
determinadas cosas; solo entonces lo amarán. El amor impone condiciones; tal
como es, no es digno de ser amado. Primero tiene que hacerse digno, solo
entonces los padres le concederán su amor. Así que para ser “digno” el niño
empieza a volverse falso; pierde el sentido de su valor intrínseco. Pierde el
respeto por sí mismo, y poco a poco empieza a sentirse culpable.
En muchas ocasiones el niño piensa:
“¿Serán estos mis verdaderos padres? ¿Me habrán adoptado? A lo mejor me están
engañando porque no parece que me quieran”. En numerosas ocasiones ve la ira en
sus ojos, la terrible ira en los rostros de sus padres, y por cosas tan nimias
que no puede entender que puedan causar tal ira. Ve el enfado que sienten sus padres
por cosas muy pequeñas; no puede creerlo, ¡es realmente injusto e injustificado!
Pero tiene que rendirse, tiene que inclinarse, tiene que aceptarlo como una
necesidad. Poco a poco su capacidad de amar va quedando destruida.
El amor solo crece con amor. El
amor necesita un entorno de amor; esta es la idea fundamental que hay que recordar.
Solo en un entorno de amor crece el amor; necesita la misma vibración a su
alrededor. Si la madre ama, si el padre ama no solo al niño, si ellos también
se aman, si en el hogar hay una atmósfera en la que se respira el amor el niño
empezará a vivir como un ser amoroso, y nunca hará la pregunta: “¿Qué es el
amor?”. Lo sabrá desde el principio, se convertirá en sus cimientos. Sin
embargo, no es así como ocurre.
Es una pena, pero hasta ahora no
ha ocurrido. Los niños aprenden las costumbres de sus padres; sus peleas, sus
conflictos. No tienes más que observarte a ti mismo. Si eres una mujer, fíjate;
puede que estés repitiendo casi de forma idéntica el modo en que se comportaba
tu madre. Obsérvate cuando estás con tu novio o con tu marido. ¿Qué es lo que
haces? ¿No estás repitiendo un patrón? Si eres un hombre, fíjate. ¿Qué es lo que
estás haciendo? ¿No te estás comportando justo como hacía tu padre? ¿No estás
haciendo las mismas tonterías que él solía hacer? En cierta ocasión te
sorprendiste “¿Cómo puede hacer esto mi padre?” y ahora tú estás haciendo lo
mismo. La gente no hace más que repetir; son imitadores. El ser humano es un
mono amaestrado. Estás repitiendo lo que hacía tu padre o tu madre, hay que detener
eso. Solo entonces sabrás qué es el amor, de lo contrario seguirás estando
corrompido.
Yo no puedo definir lo que es el
amor porque no existe una definición del amor. Es una de esas cosas indefinibles
como el nacimiento, como la muerte, como Dios, como la meditación. Es una de
esas cosas indefinibles; yo no puedo definirlo. No puedo decir: “esto es amor”.
No puedo mostrártelo. No es un fenómeno visible. No se puede diseccionar, no se
puede analizar; solo se puede experimentar, y únicamente a través de la
experiencia puedes saber qué es. Sin embargo, puedo indicarte el camino para
experimentarlo.
El primer paso es: libérate de
tus padres. Y con ello no quiero decir que les faltes el respeto, no. Yo sería
la última persona que pediría eso. Tampoco quiero decir que debas liberarte de
tus padres físicamente; me refiero a que te liberes de las voces paternales que
hay en tu interior, del programa que hay en tu interior, del disco grabado en
tu interior. Elimina todo eso,.. Y te sorprenderás al ver que si te liberas de
tus padres en lo más profundo de tu ser, serás libre. Por primera vez sentirás
compasión por tus padres, de lo contrario, no podrás; seguirás estando
resentido.
Todo el mundo está resentido con
sus padres. ¿Cómo no vas a estarlo cuando te han hecho tanto daño? Pero no te
han hecho daño a propósito; te deseaban todo el bien, querían a toda costa
procurarte bienestar, pero ¿qué podían hacer? No por querer algo, ocurre. Las
cosas no ocurren solo por desearlas. Es verdad que te deseaban lo mejor, no hay
duda: todo padre quiere que su hijo disfrute de todas las alegrías de la vida.
Pero ¿qué pueden hacer? Ellos mismos no han tenido ninguna alegría. Son robots
y, a sabiendas o sin saberlo, consciente o inconscientemente, crearán una
atmósfera en la que tarde o temprano sus hijos se convertirán en robots.
Si quieres convertirte en un ser
humano y no en una máquina, libérate de tus padres. Pero tendrás que estar
atento. Es una tarea difícil, ardua; no puedes hacerlo instantáneamente. Tendrás
que tener mucho cuidado con tu comportamiento. Debes estar pendiente y observar
en qué momento tu madre está ahí, actuando a través de ti; en ese momento
tienes que detenerte, alejarte. Haz algo completamente nuevo que tu madre ni siquiera
habría imaginado. Por ejemplo, si tu novio está contemplando a otra mujer con
una mirada de admiración, observa cómo reaccionas.
¿Estás haciendo lo mismo que
habría hecho tu madre si tu padre hubiera contemplado a otra mujer con
admiración? Si haces eso no sabrás nunca qué es el amor, no harás más que
repetir la historia. Será el mismo acto interpretado por distintos actores; el
mismo acto rancio repetido hasta la saciedad. No seas un imitador, sal de ahí. Haz
algo nuevo. Haz algo que tu madre no habría imaginado siquiera. Algo nuevo que
tu padre ni siquiera habría imaginado. Tienes que llevar esta novedad a tu ser,
entonces empezará a fluir el amor. Así que la primera cosa esencial es
liberarte de tus padres.
La segunda es la siguiente: la
gente cree que solo podrá amar cuando encuentre una pareja digna; ¡qué
estupidez! Nunca la encontrarás. La gente cree que solo amará cuando encuentre
al hombre perfecto o a la mujer
perfecta. ¡Qué estupidez! Nunca lo encontrarás porque no existen ni la mujer ni
el hombre perfecto. Y si existieran, no se preocuparían por tu amor. No les
interesaría. Me contaron que hubo un hombre que permaneció soltero toda su vida
porque estaba buscando a la mujer perfecta. Cuando tenía setenta años, alguien
le preguntó:
- Llevas mucho tiempo viajando; has estado buscando desde Nueva York a Katmandú, de Katmandú a Roma, de Roma a Londres. ¿No lograste encontrar a una mujer perfecta? ¿Ni siquiera a una? El anciano se puso muy triste y contestó:
- Sí, en una ocasión la encontré. Una vez, hace mucho tiempo, conocí a una mujer perfecta. La otra persona insistió:
- Entonces, ¿qué pasó? ¿Por qué no os casasteis? Con gran tristeza el anciano respondió:
- ¿Qué le vamos a hacer? Ella estaba buscando a un hombre perfecto.
Recuerda: cuando dos seres son
perfectos, su necesidad de amor no es igual a tu necesidad de amor. Es
totalmente distinta. Tú ni siquiera entiendes el amor que es posible en ti, de
modo que no serás capaz de entender el amor de Buda, o el amor que fluye desde
un Lao Tzu hacia ti; no serás capaz de entenderlo.
En primer lugar tienes que
entender el amor que nace como un fenómeno natural. Ni siquiera has logrado
eso. Primero tienes que entender el natural, después el trascendental. Así que
lo segundo que debes recordar es que nunca busques al hombre perfecto o a la
mujer perfecta. Esta también es una idea que te han inculcado; que a menos que
encuentres al hombre o a la mujer perfecta, no serás feliz. De modo que
continúas buscando la perfección, pero como no la encuentras, eres infeliz.
Para fluir y crecer en el amor no
es necesaria la perfección. El amor no tiene nada que ver con la otra persona.
La persona amorosa, sencillamente ama, al igual, que la persona viva, respira,
bebe, come y duerme. Exactamente del mismo modo, la persona realmente viva, la persona
amorosa, ama. No dices: “No voy a respirar a menos que haya un aire perfecto,
libre de contaminación”. Sigues respirando en Los Ángeles, sigues respirando en
Bombay. Sigues respirando en todas partes, aunque el aire esté contaminado,
envenenado. ¡Sigues respirando! No puedes permitirte no respirar por el mero hecho
de que el aire no sea como debería ser. Si tienes hambre, comes algo, lo que
sea.
Si te estás muriendo de sed en el
desierto, beberás cualquier cosa. No te obstinarás en pedir una Coca Cola,
cualquier cosa valdrá; cualquier bebida, simplemente agua, incluso agua sucia.
Hay personas que se han bebido su propia orina. Cuando alguien se está muriendo
de sed no se preocupa por lo que bebe, beberá cualquier cosa con tal de saciar la
sed. Hay personas que, en el desierto, han matado a sus camellos para beber
agua, ya que estos almacenan agua en su interior. Eso suponía un peligro, ya
que entonces tendrían que caminar muchos kilómetros. Pero tenían tanta sed que
para ellas lo primero era lo primero; primero el agua, de lo contrario
morirían.
Por mucho que conservara el
camello, ¿qué iban a hacer sin agua? El camello únicamente llevaría un cadáver a
la ciudad más próxima, porque sin agua morirían. La persona viva y amorosa
sencillamente ama. El amor es algo natural. Por tanto, la segunda cosa que
debes tener en cuenta es no buscar la perfección; si lo haces, el amor no
fluirá en ti. Al contrario, te volverás poco afectuoso. Las personas que exigen
la perfección son personas muy poco afectuosas; son neuróticas. Aunque
encuentren a un amante, exigen la perfección, y esa exigencia destruye el amor.
En cuanto un hombre ama a una mujer
o una mujer ama a un hombre, inmediatamente entra en juego la exigencia. La
mujer empieza a exigirle al hombre que sea perfecto, solo porque la ama. ¡Como
si hubiera cometido un pecado! Ahora tiene que ser perfecto, tiene que superar todas
sus limitaciones. ¿Así de repente? ¿Solo por esta mujer? ¿Ahora ya no puede
seguir siendo humano? O se convierte en un ser sobrenatural o es un farsante,
un falso, un fraude. Naturalmente, es muy difícil convertirse en alguien
sobrenatural, por eso las personas se convierten en fraudes. Empiezan a fingir,
a actuar y a engañar. En nombre del amor, la gente solo engaña. Así que la
segunda cosa que hay que recordar es que nunca hay que exigir la perfección.
No tienes derecho a exigir nada a
nadie. Si alguien te ama, siéntete agradecido, pero no le exijas nada, porque
la otra persona no tiene la obligación de amarte. Si alguien te ama, es un
milagro. Siéntete emocionado por ese milagro. Pero las personas no están
emocionadas. Destruirán cualquier posibilidad de amor por pequeñeces. No están
muy interesadas en el amor ni en la alegría que este conlleva. Están más
interesadas en otras cosas relativas a su ego.
Interésate por tu alegría.
Interésate totalmente por tu alegría; interésate únicamente por tu alegría.
Todo lo demás es no esencial. Ama; de forma natural, al igual que respiras. Y
cuando ames a una persona, no empieces a exigirle cosas, porque estarás
cerrando las puertas desde el principio. No esperes nada. Si algo te llega en
el camino, siéntete agradecido. Si no llega nada es porque no hace falta que llegue,
no hay necesidad de que llegue. No debes esperarlo.
Sin embargo, observa a las personas,
fíjate que lo dan todo por descontado. Cuando tu mujer te prepara la comida
nunca se lo agradeces. No estoy diciendo que tengas que verbalizar tu
agradecimiento, pero deberías demostrarlo con la mirada. En cambio, no te
molestas en hacerlo, lo das por descontado; ese es su trabajo. ¿Quién te ha
dicho eso? Cuando tu marido sale a ganarse el sueldo tú nunca se lo agradeces.
No sientes ninguna gratitud. “Eso es lo que tiene que hacer un hombre” Así es como
piensas. ¿Cómo va a crecer el amor? El amor necesita una atmósfera de amor. El
amor necesita una atmósfera de gratitud, de agradecimiento.
El amor necesita una atmósfera de
no-exigencia, de no expectación. Esta es la segunda cosa que hay que recordar. La
tercera cosa es: en vez de pensar en cómo recibir amor, empieza a darlo. Si
das, recibirás. No existe otra manera. La gente está más interesada en cómo
conseguir y recibir. Todo el mundo está interesado en recibir y parece que
nadie disfruta dando. La gente da de muy mala gana; cuando dan, lo hacen para
obtener algo a cambio, son como negociantes.
Es una negociación. Solo quieren
asegurarse de que obtienen más de lo que dan; en tal caso es un buen trato, un buen
negocio. Y la otra persona está haciendo lo mismo. El amor no es un negocio,
así que deja de ser un negociante. De lo contrario desperdiciarás tu vida y el
amor, y todo lo que hay de bello en él, porque lo que es bello no tiene nada
que ver con los negocios. Los negocios son la cosa más horrible que hay en el
mundo, aunque sea un mal necesario; pero la existencia desconoce completamente
los negocios.
El árbol florece, no es un
negocio; las estrellas brillan, no son un negocio, y no tienes que pagar por
ello ni nadie te exige nada a cambio. Un pájaro se posa en la puerta de tu casa
y entona una melodía, pero no te pedirá un certificado ni ninguna muestra de
agradecimiento. Una vez entonada la melodía, se irá volando feliz, sin dejar
ninguna huella. Así es como crece el amor. Da sin esperar a ver cuánto recibes.
Sí, llega, y multiplicado por mil, pero lo hace de forma natural Llega por sí
solo, no hace falta exigirlo. Cuando lo exiges, no llega. Una vez que lo exiges,
lo has matado. Así que da. Comienza a dar.
Al principio será difícil porque
nunca te han enseñado a dar sino a recibir. Al principio tendrás que luchar con
tu propia coraza. Tus músculos se han endurecido, tu corazón se ha congelado, te
has vuelto frío. Al principio será difícil, pero cada paso te conducirá un paso
más adelante, y poco a poco el río comenzará a fluir. Primero libérate de tus
padres. Al liberarte de tus padres te liberas de la sociedad; al liberarte de
tus padres, te liberas de la civilización, de la educación, de todo, porque tus
padres representan todo eso. Te conviertes en un individuo. Por primera vez en
tu vida ya no formas parte de la masa, tienes una auténtica individualidad. Vives
por tu cuenta. En eso consiste la madurez. Así es como debería ser la persona
madura.
Una persona madura es aquella que
no necesita padres. Una persona madura es aquella que no necesita a nadie a
quien apegarse o en quien apoyarse. Una persona madura es aquella que es feliz
con su soledad; su soledad es una canción, una celebración. Una persona madura
es aquella que puede sentirse feliz consigo misma. Su soledad no es
aislamiento, su alejamiento; es un retiro, es meditativo. Un día tuviste que
salir del vientre de tu madre. Si hubieras permanecido allí más de nueve meses
habrías muerto; no solo tú, también habría muerto tu madre. Un día tuviste que
salir del vientre de tu madre; después, llegó un día en el que tuviste que salir
del entorno de tu familia, otro vientre, para ir al colegio.
Después, llegó otro día en el que
tuviste que salir del entorno de tu colegio, otro vientre, para ir a un mundo
más vasto. Pero en lo más profundo sigues siendo un niño. ¡Sigues permaneciendo
en el vientre! Hay infinidad de capas en el vientre y hay que romper ese
vientre. Esto es lo que en Oriente hemos denominado el segundo nacimiento. Una vez
que logras nacer por segunda vez te liberas totalmente de las huellas paternas.
Y lo bello es que solo entonces la persona siente agradecimiento hacia los
padres. La paradoja es que esa es la única persona que puede perdonar a sus
padres. Siente compasión por ellos y los ama, se compadece de ellos porque
ellos también han sufrido mucho.
No está enfadada, en absoluto.
Puede que tenga lágrimas en los ojos, pero no está enfadada, y hará todo lo
posible por ayudar a sus padres a dirigirse a esa plenitud de soledad, a ese
grado de soledad. En primer lugar: conviértete en un individuo. En segundo
lugar: no esperes la perfección, no la requieras ni la exijas. Ama a la gente
corriente. La gente corriente no tiene nada de malo. ¡La gente corriente es extraordinaria!
Cada ser humano es único; respeta esa unicidad.
En tercer lugar: da, sin
condiciones; entonces sabrás qué es el amor. Yo no puedo definirlo. Tan solo
puedo mostrarte el camino para que lo cultives. Puedo enseñarte a plantar un
rosal, a regarlo, a fertilizarlo, a protegerlo. Entonces, un día, inesperadamente,
nacerá la rosa, y tu hogar se llenará con su fragancia. Así es como ocurre el
amor.
0 comentarios:
Publicar un comentario