A NADIE LE DUELE EL AMOR, NUNCA.
Y si te parece que el amor te ha hecho daño, la que se siente dolida no es tu
capacidad de amar, sino otra cosa. Si no te das cuenta de eso, seguirás
caminando en círculos continuamente. Probablemente eso que denominas amor
oculta en tu interior muchas cosas carentes de amor; la mente humana es muy
astuta cuando se trata de engañar a los demás y también a sí misma. La mente
pone etiquetas bonitas a cosas feas, intenta tapar tus heridas con flores. Esta
es una de las primeras cuestiones en la que tienes que profundizar si quieres
entender qué es el amor.
El “amor” tal como se utiliza
habitualmente el término, no es amor; es deseo. Y el deseo sin duda te hará
daño, porque desear a alguien como si fuera un objeto supone ofender a esa
persona. Es un insulto, es violento. Si te diriges a otra persona con deseo,
¿durante cuánto tiempo podrás fingir que es amor? Superficialmente parecerá
amor, pero rasca un poco y verás cómo debajo se oculta el mero deseo. El deseo
es un impulso animal. Contemplar a alguien con deseo supone insultarlo,
humillarlo, reducir a la otra persona a una cosa, a un objeto. Nadie quiere ser
utilizado; es lo peor que puedes hacerle a alguien. No hay nadie que sea una
cosa, no hay nadie que sea un medio para alcanzar un fin.
Esta es la diferencia entre deseo
y amor. El deseo utiliza a la otra persona para colmar sus apetitos. Te limitas
a utilizar a la otra persona y cuando ya has terminado de utilizarla, la tiras.
Ya no te sirve, ha cumplido su función. Este es el acto más inmoral que se
comete en la existencia:
Utilizar a los demás como un
medio. El amor es justo lo contrario: supone respetar a la otra persona como un
fin en sí misma. Cuando se ama a otra persona como un fin en sí misma, no hay
dolor; te sientes enriquecido a través de esa experiencia. El amor enriquece a
todas las personas. En segundo lugar, el amor solo puede ser verdadero si tras
él no se oculta el ego; de lo contrario, se convierte en un mecanismo del ego.
Es una forma sutil de dominar. Hay que ser muy consciente de ello, porque ese
deseo de dominar está profundamente arraigado. Nunca se presenta desnudo,
siempre se oculta bajo maravillosos ropajes, engalanado.
Los padres nunca dicen que los
niños son sus posesiones, nunca dicen que quieren dominar a sus hijos, pero en
realidad, eso es lo que hacen. Dicen que quieren ayudarles, dicen que quieren
que sean inteligentes, que estén sanos, que sean dichosos, pero y ese es un
gran “pero”, tiene que ser de acuerdo con sus ideas. Incluso la felicidad de
los niños debe decidirse de acuerdo con las ideas de los padres; los niños
tienen que ser felices de acuerdo con las expectativas de los padres.
Los niños tienen que ser
inteligentes, pero al mismo tiempo deben ser obedientes. ¡Es pedir lo
imposible! La persona inteligente no puede ser obediente, ya que la persona
obediente tiene que perder parte de su inteligencia. La inteligencia solo puede
decir sí cuando está profundamente de acuerdo contigo. Yo no puedo decirte sí
solo porque seas mayor que yo, porque tengas más poder, porque seas
autoritario un padre, una madre, un
sacerdote, un político. Yo no puedo decir sí solo por la autoridad de la que
gozas. La inteligencia es rebelde, y ningún padre quiere que sus hijos sean
rebeldes. La rebelión irá en contra de su deseo solapado de dominar.
Los maridos dicen que aman a sus
mujeres, pero no es más que dominación. Son celosos, son posesivos, ¿cómo
pueden decir que aman? Las esposas no hacen más que decir que aman a sus maridos,
pero las veinticuatro horas al día se dedican a hacer de sus vidas un infierno;
hacen todo lo posible para convertir al marido en algo feo. Un marido sumiso es
algo feo. Y el problema es que primero, la mujer convierte al marido en un
marido sumiso y después pierde interés en él, porque ¿quién va a interesarse
por un marido sumiso? Resulta despreciable; no parece lo suficientemente
hombre.
Primero, el marido intenta
reducir a la mujer a una posesión suya, y una vez que la convierte en una
posesión, pierde el interés en ella. Tiene su lógica: su único interés era
poseer; ahora que ya lo ha conseguido, desea encontrar a otras mujeres para
saciar su deseo de posesión. Ten cuidado con estos mecanismos del ego, porque
es probable que te sientas herido, ya que es inevitable que la persona a la que
estás intentando poseer haga todo lo posible por rebelarse; es inevitable que
sabotee tus trucos, tus estrategias, porque lo que más ama todo el mundo es su
libertad. Incluso el amor está por debajo de la libertad; la libertad es el
valor supremo.
Se puede sacrificar el amor para
preservar la libertad, pero no se puede sacrificar la libertad para obtener
amor. Y eso es lo que hemos hecho durante siglos: sacrificar la libertad para
obtener amor. Entonces hay rivalidad, hay conflicto, y se aprovecha la menor
oportunidad para herir a la otra persona. El amor, en su forma más pura,
consiste en compartir la alegría. No pide nada a cambio, no espera nada; de
modo que ¿cómo vas a sentirte herido? Cuando no esperas, no hay posibilidad de
sentirse herido. Todo lo que venga, será bueno, y si no viene nada, también
será bueno. Tu dicha consistía en dar, no en obtener. De ese modo, uno puede
amar desde miles de kilómetros de distancia, no hace falta estar físicamente
presente.
El amor es un fenómeno
espiritual; el deseo es un fenómeno físico. El ego es un fenómeno psicológico;
el amor es espiritual. Tendrás que aprender el alfabeto del amor. Tendrás que
empezar desde el principio, desde cero; de lo contrario te sentirás herido continuamente.
Y recuerda, solo tú puedes ayudarte a ti mismo; no hay nadie más que sea
responsable. ¿Cómo va a poder ayudarte otra persona? Nadie más puede destruir
tu ego. Si te apegas a él, nadie podrá destruirlo; si has invertido en él,
nadie podrá destruirlo. Lo único que puedo hacer es compartir mi conocimiento
contigo. Los budas solo pueden mostrarte el camino; después eres tú quien tiene
que andar, quien tiene que recorrer el camino. Nadie puede guiarte, llevándote
de la mano.
Pero eso es lo que te gustaría:
te gustaría jugar a ser dependiente. Sin embargo, ten presente que aquel que
juega a ser dependiente querrá vengarse. Muy pronto deseará que la otra persona
dependa de él o de ella. Si la mujer depende económicamente del marido, ella
intentará que él dependa de ella en otros aspectos. Establecen un acuerdo
mutuo. Ambos quedan mutilados, ambos quedan paralizados; no pueden vivir el uno
sin el otro. Ella se siente herida por la simple idea de que el marido pudiera
ser feliz sin ella, de que se estuviera riendo con sus amigos en el bar. A ella
no le interesa la felicidad del marido; de hecho, no puede creerlo: “¿Cómo se
atreve a ser feliz sin mí? ¡Tiene que depender de mí!”.
Al marido no le parece bien que
la mujer pudiera reír con otra persona, que disfrutara, que estuviera alegre.
Quiere poseer totalmente su alegría; es propiedad suya. La persona dependiente
hará que tú también seas dependiente. El miedo nunca es amor, ya que el amor nunca
tiene miedo. No se pierde nada por amor. ¿Por qué debería tener miedo el amor?
El amor solo da. No es una transacción económica, así que no puede haber ni
ganancias ni pérdidas. El amor disfruta dando al igual que las flores disfrutan
exhalando su fragancia. ¿Por qué deberían tener miedo? ¿Por qué deberías tú
tener miedo? Recuerda: el miedo y el amor nunca se dan a la vez; no puede ser.
No hay coexistencia posible. El
miedo es justo lo contrario al amor. Normalmente, la gente piensa que lo contrario
al amor es el odio. Eso no es cierto, en absoluto. Lo contrario al amor es el
miedo. El odio es el amor cabeza abajo. Está haciendo el pino pero no es el
opuesto del amor. La persona que odia simplemente demuestra que en lo más
profundo, todavía ama. El amor se ha vuelto amargo, pero todavía está ahí. El auténtico
opuesto es el miedo. El miedo significa que ahora ha desaparecido toda la
energía.
El amor se dirige hacia el
exterior, sin miedo, hasta llegar a la otra persona, confiando absolutamente en
que será bien recibido; y siempre es bien recibido. El miedo supone encogerte
en ti mismo, cerrarte sobre ti mismo, tapiar todas las puertas, todas las
ventanas para que no pueda llegar hasta ti el sol, el viento, la lluvia; tanto
es el miedo que tienes. Estás enterrándote en vida. El miedo es una tumba, el
amor es un templo. En el amor, la vida alcanza la cumbre más alta. En el miedo,
la vida desciende hasta el nivel de la muerte. El miedo apesta, el amor es aromático.
¿Por qué vas a tener miedo?
Ten miedo de tu ego, ten miedo de
tu deseo, ten miedo de tu avaricia, ten miedo de tu deseo de posesión, ten miedo
de tus celos; pero no debes tener miedo del amor. ¡El amor es divino! El amor
es como la luz. Cuando hay luz, no puede existir la oscuridad. Cuando hay amor,
no puede existir el miedo. El amor puede convertir tu vida en una auténtica
celebración, pero únicamente el amor; no el deseo, no el ego, no el deseo de
posesión, no los celos, no la dependencia.
Creo que entiendo lo que quieres
decir cuando afirmas que no es el amor el que hace daño. Sin embargo, ese tipo
de amor del que hablas no se encuentra muy fácilmente, así que el proceso de
aprender y crecer hasta lograr un amor más maduro a menudo es muy doloroso. ¿El
dolor es una parte inevitable del crecimiento? El crecimiento es doloroso
porque has estado evitando miles de sufrimientos en tu vida. Pero si los evitas
no puedes destruirlos, se van acumulando. Vas tragándote tus sufrimientos y se
quedan en tu organismo. Por eso tu crecimiento es doloroso: cuando empiezas a
crecer, cuando decides crecer, tienes que enfrentarte a todos los sufrimientos
que has reprimido. No puedes dejarlos a un lado.
Te han educado de forma
equivocada. Desgraciadamente, hasta ahora, no ha existido ni una sola sociedad
en el mundo que no reprima el sufrimiento. Todas las sociedades dependen de la
represión. Hay dos cosas que reprimen: una de ellas es el sufrimiento, la otra
es el placer. Y si reprimen el placer es también a causa del sufrimiento. Su
razonamiento es que si no eres demasiado feliz, nunca serás demasiado infeliz;
si se destruye la alegría inmensa nunca sentirás un dolor profundo. Para evitar
el dolor, evitan el placer. Para evitar la muerte, evitan la vida.
Sin embargo, en su razonamiento
hay algo de cierto. Ambas cosas crecen a la vez; si quieres tener una vida de
éxtasis tendrás que aceptar muchos sufrimientos. Si quieres alcanzar las
cumbres del Himalaya, tendrás también que cruzar los valles. Pero los valles no
tienen nada de malo; tienes que cambiar la forma de enfocarlo. Puedes disfrutar
ambas cosas; la cumbre es maravillosa pero también lo es el valle. Hay momentos
en los que deberías disfrutar de la cumbre y hay otros en los que deberías
descansar en el valle.
La cumbre es soleada, está en
constante diálogo con el cielo. El valle es oscuro, pero cuando quieres
descansar tienes que ir a la oscuridad del valle. Si deseas llegar a las
cumbres, tendrás que echar raíces en el valle; cuanto más profundas sean esas
raíces, más alto será el árbol. El árbol no puede crecer sin raíces y las
raíces tienen que adentrarse profundamente en el suelo. El dolor y el placer
son partes intrínsecas de la vida. Los hombres tienen tanto miedo al dolor que
lo reprimen, evitan las situaciones que producen dolor, están continuamente
rehuyéndolo. Y al final se encuentran con que si realmente quieren evitar el dolor
tienen que evitar también el placer. Por eso vuestros monjes evitan el placer,
porque tienen miedo de él. En realidad, lo que están haciendo es evitar
cualquier riesgo de padecer dolor. Saben que si evitan el placer será imposible
sufrir un gran dolor; este solo se produce como sombra del placer. De ese modo
caminas por la llanura, nunca asciendes a las cumbres ni tampoco desciendes a
los valles.
Pero entonces entras a formar
parte de los muertos vivientes; no estás vivo. La vida se halla entre estos dos
polos. Esta tensión entre el placer y el dolor te hace capaz de crear una
música maravillosa; la música solo existe en esa tensión. Destruye la polaridad
y serás aburrido, rancio, estarás cubierto de polvo. No hallarás sentido a nada
y jamás sabrás qué es el esplendor. Te habrás perdido la vida. El que quiera
conocer la vida y vivirla tendrá que aceptar y abrazar la muerte. Ambas van
unidas, son dos aspectos de un mismo fenómeno.
Esa es la razón de que el
crecimiento sea doloroso. Tienes que sumergirte en los dolores que has estado
evitando. Y eso es doloroso. Tienes que enfrentarte a todas esas heridas a las
que más o menos has conseguido no mirar. Sin embargo, cuanto más profundices en
el dolor, más profunda será tu capacidad de ahondar en el placer. Si puedes
ahondar hasta el límite del dolor, serás capaz de tocar el cielo. Una vez me
contaron la historia de un discípulo que acudió a un maestro zen y le dijo:
“¿Cómo podemos evitar el frío y el calor?”.
En sentido metafórico estaba
preguntando: “¿Cómo podemos evitar el dolor y el placer?”. Esa es la forma zen
de hablar del dolor y del placer, “frío y calor”. “¿Cómo podemos evitar el frío
y el calor?” El maestro le respondió: “Experimenta el frío, experimenta el
calor”. Para liberarse del dolor hay que aceptar el dolor como un hecho
inevitable y natural. El dolor es dolor; un hecho simple y doloroso. Sin
embargo, el sufrimiento siempre es la absoluta negación del dolor, la exigencia
de que la vida no sea dolorosa.
Es el rechazo de un hecho, la
negación de la vida y de la naturaleza de las cosas. La muerte es la mente a la
que le preocupa morir. Si no tienes miedo a la muerte, ¿cómo vas a morir? El
hombre se distingue entre todas las criaturas por su conocimiento de la muerte
y por la risa. El milagro es que eso le permite hacer de la muerte algo nuevo:
¡puede morir riéndose! Y solo si eres capaz de morir riéndote demostrarás que
has vivido riéndote. La muerte es la declaración final de toda tu vida; la
conclusión, la frase final. Tu muerte, tu forma de morir, reflejará el modo en
que has vivido.
¿Eres capaz de morir riendo? Si
puede significar que fuiste una persona madura. Si mueres llorando, gritando,
apegándote, querrá decir que fuiste un niño. No habías crecido, eras inmaduro.
Si mueres gritando, llorando y apegándote a la vida, lo único que demostrará es
que estuviste evitando la muerte y también estuviste evitando la vida, con
todos sus dolores. Crecer supone enfrentarse a la realidad, afrontar los
hechos, sean los que sean. Y permíteme que te lo repita: el dolor no es más que
dolor, no conlleva sufrimiento. El sufrimiento surge de tu deseo de que no haya
dolor, de la idea de que hay algo malo en el dolor. Contempla, observa y te sorprenderás.
Te duele la cabeza; hay dolor pero no hay sufrimiento.
El sufrimiento es un fenómeno
secundario, el dolor es primario. Te duele la cabeza, tienes un dolor; no es
más que un hecho. No lo juzgas. No dices que es bueno o malo. No le das ningún
valor, no es más que un hecho. La rosa es un hecho, y también lo es la espina.
El día es un hecho, y también lo es la noche. La cabeza es un hecho, y también
lo es el dolor de cabeza. Simplemente te das cuenta de ello. Buda enseñó a sus
discípulos que cuando tuvieran dolor de cabeza solo tenían que decir: “Dolor de
cabeza, dolor de cabeza”. Sé consciente de él, pero no juzgues, no digas: “¿Por
qué? ¿Por qué tengo este dolor de cabeza? Esto no debería ocurrirme a mí”. En
cuanto dices “no debería” estás provocando sufrimiento. De modo que el
sufrimiento lo creas tú, no el dolor de cabeza. El sufrimiento es tu
interpretación hostil, el sufrimiento es tu negación de la realidad.
En cuanto dices “no debería ser”
has empezado a evitarlo, has empezado a alejarte de ello. Te gustaría estar
ocupado en algo para poder olvidarte de eso. Pones la radio o la televisión, o
te vas a un bar, o empiezas a leer. Te diviertes, te distraes. Si haces eso, no
serás testigo de ese dolor; simplemente te distraerás. Ese dolor será absorbido
por tu organismo. Intenta entender profundamente esta clave: si logras ser
testigo de tu dolor de cabeza sin adoptar una actitud hostil, sin evitarlo, sin
escapar de él; si puedes limitarte a estar ahí, meditativamente ahí “Dolor de
cabeza, dolor de cabeza”, si consigues limitarte a contemplarlo, el dolor de
cabeza desaparecerá cuando llegue el momento.
No estoy diciendo que vaya a
desaparecer milagrosamente, que por el mero hecho de que lo observes vaya a
desaparecer. Desaparecerá cuando llegue su momento. Pero no lo absorberá tu
organismo, no envenenará tu organismo. Estará ahí, te darás cuenta de él, y
desaparecerá. Será liberado. Cuando eres testigo de algo que te ocurre, impides
que entre en tu organismo. Siempre entra cuando lo evitas, cuando escapas de
ello. El dolor solo puede formar parte de tu ser cuando estás ausente; si estás
presente, tu propia presencia impedirá que forme parte de tu ser. Si puedes
seguir dándote cuenta de tus dolores, no los acumularás.
Pero no te han enseñado la clave
adecuada, así que sigues evitándolos. Eso hace que acumules tanto dolor que tienes
miedo de enfrentarte a él, tienes miedo de aceptarlo. El crecimiento se vuelve
doloroso; esto se debe a un mal condicionamiento. De lo contrario el
crecimiento no es doloroso, sino sumamente placentero. Cuando el árbol crece y
se hace grande, ¿crees que siente algún dolor? No siente ningún dolor. Ni
siquiera cuando el niño nace, si la madre así lo acepta no habrá dolor. Pero la
madre lo rechaza; la madre tiene miedo. Se pone tensa, intenta mantener al niño
dentro, y eso no es posible.
El niño está preparado para salir
al mundo, el niño está preparado para dejar a la madre. Está maduro; el vientre
ya no puede contenerlo. Si el vientre lo contiene durante más tiempo, morirá la
madre y también morirá el niño. Pero la madre tiene miedo. Ha oído que dar a
luz es muy doloroso dolores de parto, sufrimiento de parto así que tiene miedo.
Y a consecuencia de ese miedo se pone tensa y se cierra. Para otras mujeres y
en las sociedades primitivas todavía existen ese tipo de mujeres dar a luz es
algo muy simple, que no provoca ningún dolor.
Al contrario, te sorprenderá
saber que la mujer tiene su mayor éxtasis cuando da a luz; ningún dolor ni
ninguna agonía, sino el máximo éxtasis. No hay orgasmo sexual tan satisfactorio
y tan intenso como el que experimenta una mujer cuando da a luz a un niño de
forma natural. Todo el mecanismo sexual de la mujer palpita como no puede
palpitar al hacer el amor. El niño está surgiendo de lo más hondo de la mujer.
No hay ningún hombre que pueda penetrar tan hondo a la mujer. Y esa palpitación
surge de dentro. Esa palpitación es imprescindible; llega como ondas, grandes
oleadas de alegría.
Eso será lo único que ayudará al
niño a salir, lo único que ayudará a que se abra el paso para que salga el
niño. De modo que habrá una gran palpitación y todo el ser sexual de la mujer
experimentará una gran alegría. Sin embargo, lo que le ha ocurrido a la
humanidad es justo lo contrario: la mujer experimenta el mayor sufrimiento de
su vida. Pero se trata de una creación mental, fruto de una mala educación. El
nacimiento físico puede ser natural si lo aceptas, y lo mismo ocurre con tu
nacimiento como ser amoroso. El crecimiento significa que naces cada día.
El nacimiento no termina el día
en que naciste; ese día simplemente empieza, no es más que un comienzo. El día
que abandonaste el vientre de tu madre no naciste, simplemente empezaste a nacer;
no fue más que el comienzo. Una persona continúa naciendo hasta que muere. No
es que nazcas en un momento puntual Tu proceso de nacimiento continúa durante setenta,
ochenta, noventa años, tantos años como vivas. Es un continuum. Todos los días
te sentirás dichoso: te saldrán nuevas hojas, nuevos brotes, nuevas flores,
nuevas ramas, te elevarás cada vez más y alcanzarás mayor altura. Profundizarás
más, te elevarás más; alcanzarás las cumbres. El crecimiento no será doloroso.
En cambio, el crecimiento es
doloroso; por ti y por tu condicionamiento. Te han enseñado a no crecer; te han
enseñado a permanecer estático, te han enseñado a apegarte a lo familiar y a lo
conocido. Por eso cada vez que lo conocido se te escapa de las manos empiezas a
llorar. Se ha roto un juguete, te han quitado el chupete. Recuerda: solo hay
una cosa que te ayudará, y es la conciencia; nada más. Si no aceptas la vida y
el amor con todos sus altibajos, el crecimiento seguirá siendo doloroso. Hay
que aceptar el verano y también el invierno.
Eso es lo que yo denomino
meditación. La meditación es cuando te vacían de todo lo viejo, lo dicho y
hecho ya mil veces. Cuando ocurre eso, ves. O más bien, se produce la visión,
el nacimiento de lo nuevo. Pero tendrás que sufrir muchos dolores, muchos sufrimientos,
porque has vivido en determinada sociedad, en determinada cultura, ya sea
hindú, musulmana, cristiana, india, alemana, japonesa. No son más que
diferentes formas de evitar el dolor. Has formado parte de una cultura, por eso
el crecimiento es doloroso, porque la cultura intenta que no crezcas; quiere
que sigas siendo infantil. No te permite avanzar psicológicamente al tiempo que
avanzas fisiológicamente.
Durante la Primera Guerra
Mundial, y después nuevamente durante la Segunda Guerra Mundial, los psicólogos
se dieron cuenta de un hecho muy extraño: que la edad mental del hombre no
suele superar los doce o trece años. Aunque tenga setenta, su edad mental está
entre los diez y los trece años. ¿Qué quiere decir eso? Simplemente significa
que dejó de crecer cuando tenía diez años; su cuerpo siguió creciendo pero la
mente se detuvo. Ninguna sociedad permite mentes maduras. ¿Por qué? Porque las
mentes maduras son peligrosas para la estructura social, son rebeldes.
Son peligrosas para la estructura
social porque verán todas las estupideces que cometen en nombre de la cultura,
de la sociedad, de la nación. Fíjate en lo siguiente: la tierra es solo una, y
a pesar de ello el hombre está dividido. Todos los problemas de la humanidad
podrían resolverse si desaparecieran las naciones. No hay ningún problema, en
realidad, no hay ningún problema; el problema fundamental lo crean las
fronteras entre las naciones. Ahora mismo se dispone de la tecnología necesaria
para alimentar a todas las personas del mundo, no hay necesidad de pasar
hambre. Pero eso no es posible porque esas fronteras no lo permitirán.
Una persona madura será capaz de
darse cuenta de este sinsentido; una persona madura será capaz de ver el fondo
de la cuestión. No, se puede convertir a una persona madura en un esclavo. Toma
las riendas de tu ser. Haz frente a tus dolores y elimina todo tipo de ataduras
porque solo siendo libre de toda atadura serás capaz de cantar tu canción y de
bailar tú danza:
En primavera,
cientos de flores; en otoño la luna llena de otoño.
En verano,
una brisa refrescante; en invierno, nieve.
Cuando tu
mente está libre de cosas inútiles, todas las estaciones son buenas.
Es un dicho zen. “Cuando tu mente
está libre de cosas inútiles...” El crecimiento es doloroso porque tu mente está
llena de cosas inútiles. Hace mucho tiempo que deberías haberlas eliminado.
Pero no te han enseñado a eliminar nada, solo te han enseñado a apegarte a
todo; tenga sentido o no. El crecimiento es difícil porque cargas con muchos
traumas. De lo contrario el crecimiento se produciría de una forma muy suave,
como el capullo que se abre para convertirse en una flor.
Mi novia me ha dicho que soy un
poco aburrido, muy dependiente, y que soy una víctima. Eso me ha hecho sentirme
culpable, deprimido y completamente indigno de ella. Empecé a sentir en mi
interior un gran no: hacia la existencia, la vida, el amor. Al mismo tiempo
observé en mí esa energía destructiva y me di cuenta de que, en cierto modo, ¡disfrutaba
de ella! ¿Es posible utilizar esa energía de una forma creativa? Tu pregunta es
un buen ejemplo de las conclusiones tan estúpidas a las que llega la mente. A
lo mejor no te has fijado y no te has dado cuenta de sus contradicciones. A mí
me gustaría llegar a la psicología de ese tipo de preguntas. No solo están en
tu interior, están en el interior de muchas personas. Tú has sido valiente
porque te has expuesto ante los demás.
Tu exposición comienza: “Mi novia
me ha dicho que soy un poco aburrido”. Tu novia es muy compasiva, porque todos
los hombres terminan siendo muy aburridos, no un poco aburridos. ¿Te das cuenta
de que aquello que denominas amor es una repetición, el mismo ejercicio
gimnástico estúpido realizado una y otra vez? Y en todo este juego absurdo, el
hombre es el perdedor. Él está gastando su energía, sudando, jadeando,
resoplando, y la chica está con los ojos cerrados, pensando: “Solo será
cuestión de dos o tres minutos y después se terminará esta pesadilla”. La gente
tiene muy poca imaginación, dan por hecho que hacer lo mismo una y otra vez les
hace más interesantes. Por eso creo que tu novia es muy compasiva; solo te ha
dicho que eres un poco aburrido. Yo, en cambio, te digo que eres absolutamente
aburrido.
Cuando los misioneros cristianos
llegaron a Oriente, los orientales descubrieron que aquellos solo conocían una
postura para hacer el amor: la mujer debajo, y encima de la delicada mujer esas
bestias terribles. De ahí viene el nombre de “la postura del misionero”. La
India es una tierra milenaria y es la cuna de numerosas ciencias,
particularmente de la sexología. Hace cinco mil años que existe un libro
importantísimo, de Vatsyayana. El libro se titula Kamasutra, consejos para
hacer el amor. Y lo escribió un hombre muy meditador; creó ochenta y cuatro
posiciones para hacer el amor. Evidentemente, hay que cambiar de posición; de
lo contrario serás aburrido. Vatsyayana reconoce que practicar la misma
posición sexual provoca aburrimiento, una sensación de absoluta estupidez,
porque estás siempre haciendo lo mismo.
Él se inventó ochenta y cuatro
posiciones para hacer que la vida de las parejas tuviera cierto interés. No hay
nadie en el mundo que haya escrito un libro de la importancia del Kamasutra.
Sin embargo, este libro solo podía surgir de alguien que poseyera una gran
claridad, una rapacidad de meditar con profundidad. ¿Cómo haces el amor? Si
observas tu forma de hacer el amor, llegarías a la conclusión de que es algo
completamente aburrido. Y es particularmente más aburrido para la mujer, porque
el hombre termina en dos o tres minutos cuando la mujer todavía no ha empezado
siquiera.
En todo el mundo, las culturas
han inculcado en las mentes de las mujeres que no deben disfrutar, ni moverse,
ni divertirse; se considera “sucio”; algo propio de prostitutas, no de
señoritas. Lo que debe hacer una señorita es quedarse tumbada como una muerta y
dejar que ese tipo haga lo que le dé la gana. Así que no hay nada nuevo, ni
siquiera hay nada nuevo que ver. No te lo tomes como algo personal. Tu novia te
está diciendo algo realmente sincero y honesto. ¿Le has proporcionado un placer
orgásmico? ¿O solo la has utilizado para liberar tu energía sexual? ¿La has
convertido en una cosa? Ella se ha sentido condicionada a aceptarla, pero esa
“aceptación” no puede ser dichosa. Hacéis el amor en la misma cama en la que os
peleáis todos los días. De hecho, la pelea es el preludio: daros almohadazos,
gritaros el uno al otro, discutir por todo, y después, una vez que estáis
cansados, hay que negociar un poco.
Tu amor no es más que una
negociación. Si eres un hombre con cierta sensibilidad estética, la habitación
en la que haces el amor debe ser sagrada, porque en esa habitación surge la
vida. Debería estar decorada con flores, incienso, aromas; deberías entrar en
ella con profundo respeto. Y el amor no debería ser solo algo abrupto a través
de lo cual atrapas a la mujer. Este aquí te pillo aquí te mato no es amor. El
amor debería estar precedido de música bonita, de bailar juntos, de meditar
juntos. No debería ser algo puramente mental: estar pensando continuamente cómo
conseguir hacer el amor con esa chica y luego irte a dormir.
Debería suponer una implicación
profunda de todo tu ser, no algo planeado por la mente sino algo que surgiera
espontáneamente. Música bonita, alguna fragancia, bailáis abrazados, os
convertís otra vez en niños pequeños que juegan con las flores. Si hacéis el
amor de forma espontánea en medio de esta atmósfera sagrada, tendrá una calidad
diferente. Debes comprender que la mujer es capaz de tener múltiples orgasmos porque
ella no pierde ninguna energía. El hombre solo es capaz de tener un orgasmo y
pierde su energía, parece deprimido. Incluso a la mañana siguiente puedes notar
la resaca, y a medida que se hace más mayor, se vuelve cada vez más difícil.
Hay que comprender esta diferencia.
La mujer es receptiva, tiene que
serlo, porque el plan de la naturaleza es que se convierta en madre y por tanto
necesita más energía. Pero su orgasmo ocurre de una forma completamente distinta.
La sexualidad del hombre es local, como una anestesia local. Todo el cuerpo de
la mujer es sexual, y a menos que su cuerpo comience a vibrar de dicha, que
cada célula de su cuerpo reaccione, no podrá tener una explosión orgásmica.
Así que tú no eres el único
hombre aburrido; prácticamente el noventa y nueve por ciento de las mujeres del
mundo piensan lo mismo. Hay que cambiar completamente esta situación. La mujer
no debería estar debajo del hombre. Para empezar, es feo; el hombre tiene un
cuerpo más fuerte, la mujer es más frágil. Debería ser ella la que estuviera
encima del hombre, no el hombre encima de ella. Además, el hombre debería estar
callado, inactivo, para que no alcanzara el orgasmo en dos minutos. Si estás
callado y dejas que la mujer enloquezca sobre tu pecho, para ella supondrá un
ejercicio vigoroso y le proporcionará una explosión de energía orgásmica.
Necesita tiempo para que todo su cuerpo entre en calor, pero si tú estás
demasiado activo, no le das tiempo.
Os encontráis, pero ese encuentro
no es un encuentro bello, amoroso; solo te resulta útil. Intenta practicar con
tu novia lo que te aconsejo. Sé el miembro pasivo de la pareja y permite que
ella sea el miembro activo. Deja que se desinhiba. No tiene que comportarse
como una señorita, tiene que comportarse como una auténtica mujer. La
“señorita” es algo creado por los hombres; la mujer es algo creado por la
existencia. Y tú tienes que llenar el vacío entre sus orgasmos. Solo puedes
llenar ese vacío de una manera: si permaneces muy inactivo, en silencio, y
disfrutas de su éxtasis. Entonces ella tendrá múltiples orgasmos. Deberías
terminar con tu orgasmo, no empezar con él.
Si haces esto, tu novia no dirá
que eres un poco aburrido. ¡Serás un chico realmente interesante, maravilloso,
que se comporta como una señorita! Pero, además, mantén los ojos cerrados para
que no se sienta inhibida por tu mirada. Así podrá hacer lo que quiera; mover
las manos, mover el cuerpo, gemir, gruñir, gritar. No te está permitido estar
vivo, simplemente permanece en silencio. ¡Si haces eso irá como loca detrás de
ti! Ahora mismo debes de estar comportándote de forma estúpida, como la mayoría
de los hombres del mundo.
Tu novia te está dando un buen
consejo, pero tú, en tu estupidez, estás pensando que te está criticando.
Cuando dice: “Eres dependiente y una víctima”, puedo saber, por tu pregunta,
que ella tiene razón. Eres una víctima, al igual que todo ser humano es una
víctima; una víctima de las ideologías estúpidas, que han creado extraños
sentimientos de culpa y no te permiten divertirte. Aunque estés haciendo el
amor, sabes que estás cometiendo un pecado, y que el infierno está a la vuelta
de la esquina. Cuando hagas el amor, conviértelo en un proceso de meditación.
Tienes que estar completamente presente, derramando tu amor sobre la mujer.
La mujer tiene que estar ahí,
derramando su belleza y su encanto sobre el hombre. Si haces eso, no serás una
víctima; de lo contrario, lo serás, porque vuestras estúpidas religiones no
aceptan que el amor sea una experiencia natural y divertida. Lo condenan.
Algunas de ellas han puesto la condición de que a menos que dejes a la mujer
nunca alcanzarás la verdad. Ese condicionamiento es tan antiguo que casi se ha
convertido en una verdad, a pesar de que sea una mentira absoluta. Eres una
víctima de las tradiciones y no hay duda de que eres dependiente.
Cuando analice más profundamente
tu pregunta te darás cuenta de hasta qué punto eres dependiente, dependiente de
una novia que dice que eres aburrido, que no eres muy excitante, y que eres una
víctima. Tu dependencia se muestra más adelante: “Eso me hizo sentirme
culpable, deprimido y completamente indigno de ella”. Si tu novia, al decir
esas simples verdades puede hacer que te sientas culpable, deprimido y
completamente indigno de ella, realmente parece que sea tu dueña. “Empecé a
sentir en mi interior un gran no.” Y aquí es donde tu novia ha sido muy
considerada al no decirte: “También eres un poquito idiota”.
Dices: “Empecé a sentir en mi
interior un gran no hacia la existencia pero ¿qué te habrá hecho la
existencia?, hacia la vida, hacia el amor”. Lo único que demuestra esto es tu
absoluta estupidez. En vez de quedarte escuchando a tu novia, mientras te decía
sinceramente que eras aburrido aunque solo un poco, deberías haberle
preguntado: “¿De qué manera puedo ser más interesante? ¿Tienes alguna
sugerencia?”. Esa habría sido una medida inteligente. Sin embargo, en vez de
preguntarle a ella empezaste a sentir: “un gran no: hacia la existencia, hacia
la vida, hacia el amor”. Pero yo entiendo el motivo. Puede que tú no seas capaz
de explicarlo, pero yo veo el motivo subyacente a tu gran “no”.
Tú confías completamente en tu
novia, pero, naturalmente, no puedes preguntarle a ella; eso demostraría tu
dependencia. Debes de tener miedo de dar demasiada importancia a este tipo de
cosas delante de ella, porque tu novia no es tu mujer para siempre; no hay
ninguna ley que le impida irse con otro que sea más excitante. Todo el mundo es
excitante al principio, pero bastan unos días juntos para que desaparezca la
excitación. Empiezas a mirar alrededor a ver si encuentras otra mujer, otro
hombre, porque todos parecen más excitantes.
Repetirás lo mismo vida tras
vida; ya lo has hecho, pero sin entender el motivo. Una vez que se ha vivido
con un hombre más de una semana surge el problema de cómo librarse de él. Él
también está buscando cómo librarse de ti. Pero a ninguno de los dos os parece
correcto, así que empezáis a crear problemas para que de algún modo algún otro
idiota se interese por tu novia, o tu novio, porque ambos seguís viendo que hay
otras chicas más excitantes, hay otros hombres más excitantes. Es bien sabido
que la hierba del vecino siempre parece más fresca que la propia. Es la
distancia la que crea esa impresión.
Cualquier otra mujer te parecerá
más interesante que la tuya; ella es una pesadilla. Pero lo que no sabes es que
todas esas mujeres obedecen a ese mismo patrón. Durante uno o dos días son
maravillosas, y una vez que te tienen atrapado, comienza la hora de la verdad,
empiezan a convertirse en una pesadilla. Lo mismo ocurre con los hombres. Si un
hombre conoce a una mujer en la playa, en un parque, en la orilla de un río,
finge ser Alejandro Magno, camina como un león. Pero al cabo de dos días, ese mismo
tipo se ha convertido en una rata.
Nadie habla de la verdadera razón
por la que ocurre eso, por qué hay tanta gente que se siente desgraciada innecesariamente.
Esta sociedad nunca será feliz si no permitimos que las personas avancen y no
se queden estancadas en los matrimonios, en sus propias promesas. Relacionaos
en libertad, y cuando llegue el momento en que sientas que has explorado toda
la topografía de la mujer y la mujer sepa que ha experimentado todo lo que
podía experimentar con ese hombre, habrá llegado el momento de decir adiós a la
otra persona de forma profundamente amistosa. No hace falta quedarse pegado a
la otra persona.
Un mundo que se libere de todo
tipo de contratos entre hombre y mujer será absolutamente encantador,
maravilloso, nada aburrido, interesante. Sin embargo, hemos creado
instituciones, y vivir en una institución no es una experiencia apasionante.
Vuestro matrimonio es una institución, aunque la nueva generación, antes de asentarse,
una vez cumplidos los treinta años, está viviendo de manera más libre. He
estado buscando por todo el mundo un hippy que tenga al menos treinta y cinco
años, pero no he encontrado ninguno. Alrededor de los treinta, todos los
hippies desaparecen; se convierten en esas personas conservadoras contra las
que luchaban antes. Al ver lo que supone vivir en instituciones el matrimonio,
la sociedad, una federación, un club has experimentado que no puedes vivir felizmente.
Esta es la primera vez en la
historia que tenemos una generación joven. No quiero decir que en el pasado no hubiera
gente joven, pero no había una “generación joven”. El niño pequeño, de siete años,
acompañaría a su padre al negocio, empezaría a ir a sus tierras, a ocuparse de
las vacas; o si el padre era carpintero, el niño empezaría a ayudarle. A los
siete años ya había entrado a formar parte de la sociedad. Por primera vez en
la historia hay una generación a la que realmente se puede denominar joven, y
que ha provocado un salto generacional. Ahora hay colegios, institutos,
universidades, y has cumplido veinticinco o veintiséis años cuando sales de la
universidad con una licenciatura.
Sin embargo, para entonces, ya no
eres joven. Para entonces, comienzas a tener responsabilidades: una profesión,
la familia, el matrimonio. Sin embargo, durante el período que pasas en la
universidad, antes de entrar en la vida, hay un largo lapso de tiempo en el que
no estás ocupado en ninguna actividad estrictamente útil, dirigida a un fin.
Eso ha creado el salto generacional. Los hombres y las mujeres se vuelven
sexualmente maduros las mujeres en torno a los trece años, los hombres en torno
a los catorce y quizá se casen diez o doce años después. Durante esos diez o
doce años surge la posibilidad de que se formen parejas.
Es una gran oportunidad para que
en el futuro se entienda todo el fenómeno y su psicología. Tienes la oportunidad
de cambiar tus viejas costumbres; quizá surjan problemas pero se abandonan los
viejos hábitos. Todo hombre necesita conocer a muchas mujeres. Toda mujer
necesita experimentar con muchos hombres antes de decidir casarse. Esta experiencia
les ayudará a encontrar a la persona adecuada, con la que se puedan fundir y fusionar
sin ninguna dificultad. También has dicho: “Mientras tanto descubrí en mí esa
energía destructiva, y me di cuenta de que en cierto modo, ¡disfrutaba de
ella!”.
Todo el mundo tiene energía
destructiva porque la energía que no se controla, está destinada a ser
destructiva, a menos que sea utilizada de forma consciente y se vuelva
creativa. Pero lo más importante que dices es: “En cierto modo, ¡disfrutaba de
ella!”. Entonces, ¿cómo vas a cambiarla? Aquello con lo que disfrutas está destinado
a permanecer; no puedes cambiarlo, porque puede que no disfrutes del cambio.
Sin embargo, has pensado en ello solo porque tu novia ha dicho que eres “un
poco aburrido, muy dependiente, y una víctima”.
Tú tienes energía. Disfrutar de
la energía destructiva es suicida; disfrutar de la energía destructiva de forma
destructiva está al servicio de la muerte. Si eres consciente de ello tendrás
que pasar por una transformación. Utiliza tu energía de forma creativa; quizá
eso te haga menos aburrido, más interesante, menos dependiente, menos víctima.
Y lo más importante es que no te sentirás culpable ni deprimido. Ninguna persona
creativa se siente culpable ni deprimida. Su participación en el universo a
través de sus acciones creativas hace que se sienta totalmente pleno y le
otorga dignidad. Ese es el derecho inherente a todo ser humano pero pocas
personas lo reclaman.
Es más, si la energía pasa a una
dimensión creativa, ese gran “no” se convertirá en un gran “sí”. Y no entraña
ninguna dificultad; es muy sencillo utilizar la energía en campos creativos.
Pinta, dedícate a la jardinería, cuida las flores, escribe poesía, aprende música,
baila. Aprende cualquier cosa que cambie tu energía destructiva en energía
creativa, e inmediatamente el gran “no” se convertirá en un “sí” aún mayor. Entonces
no estarás enfadado con la existencia, tendrás encanto. No estarás en contra de
la vida.
¿Cómo puede una persona creativa
estar en contra de la vida, en contra del amor? Es imposible, es algo que nunca
ha ocurrido. Solo las personas no creativas están en contra de todo. Si puedes
ser creativo y afirmar la vida, te habrás puesto en camino para convertirte en
un individuo auténtico, sincero, y dichoso. Tu novia ha hecho que te plantees
cuestiones que son muy importantes en tu vida. Lo más fácil sería cambiar de
novia, pero yo te digo que ella es realmente tu amiga, y que lo que ha dicho es
totalmente sincero, auténtico. Agradéceselo y empieza a cambiar algunas cosas.
El día en el que tu novia te acepte como una persona viva e interesante, será
un gran día en tu vida. Así que no seas cobarde y no cambies de novia solo
porque esta te crea problemas y prefieres buscarte a otra.
Tienes suerte de haber encontrado
a una mujer tan compasiva. Tendrías muchos problemas con la siguiente chica que
eligieras; te haría sentir totalmente culpable y despreciable, porque ¿qué has
hecho para merecer aprecio? ¿Qué has hecho para no ser aburrido? ¿Qué has hecho
para declarar tu independencia? ¿Qué has hecho para no ser una víctima? Ya es
hora de que hagas algo. Se lo agradecerás eternamente a tu novia. Y me gustaría
decirle algo a tu novia: “Sigue zarandeando a este chico hasta que te sientas
satisfecha porque ya no sea aburrido sino que esté lleno de vida, completamente
interesante, divertido, alegre. Puede que lo pierdas en algún lugar del camino
de la vida, pero lo habrás preparado para otra mujer; de lo contrario, tal como
es ahora, torturaría a muchas mujeres y se torturaría a sí mismo”.
Estoy intentando preparar al
hombre futuro, un hombre que respete a la mujer como a un igual, que le dé la oportunidad
de crecer, y que aproveche para crecer él también. No habrá ningún tipo de
atadura. Si dos personas pueden vivir enamoradas toda su vida, nadie las
molestará. Pero no es necesario matrimonio ni tampoco es necesario el divorcio.
El amor debería ser un absoluto acto de libertad. Sin embargo, durante miles de
años te han dicho que “si amas de verdad, tu amor tiene que ser permanente”. No
veo que haya nada en la vida que tenga la cualidad de la permanencia. El amor
no puede ser una excepción. Así que no esperes que el amor sea permanente. Eso
hará que tu amor sea aún más bello, porque serás consciente de que hoy estáis
juntos, pero puede que mañana tengáis que separaros. El amor llega a tu hogar
como una brisa fresca y fragante, la llena de frescor y de fragancia, permanece
tanto tiempo como la existencia se lo permite, y después se va.
No deberías intentar cerrar todas
las puertas porque esa misma brisa fresca se convertiría en aire viciado. Así
es como se han vuelto las vidas de las personas: viciadas, feas, y ello es debido
a su idea de que el amor es permanente. En la vida todo cambia. El cambio es
maravilloso; te proporciona cada vez más experiencia, más conciencia, más
madurez. La alegría y la diversión han desaparecido de mi relación, aunque siento
que sigue habiendo amor y realmente no quiero que lo dejemos. ¿Qué podemos
hacer para devolver la alegría y la diversión a nuestra relación?
Hay un malentendido en tu mente.
La alegría no ha desaparecido, nunca estuvo ahí; era otra cosa. Lo que ha
desaparecido es la excitación, pero tú creías que la excitación era alegría. La
alegría vendrá ahora, cuando se acabe la excitación; solo entonces llegará la
alegría. La alegría es un fenómeno muy silencioso; no tiene nada que ver con la
excitación, con la pasión. Es tranquila, pacífica, serena. Pero este
malentendido no solo te ocurre a ti; se ha vuelto muy común. La gente piensa
que la excitación es alegría. Es una especie de intoxicación; uno se siente
ocupado, tremendamente ocupado. Esa ocupación hace que se olvide sus
preocupaciones, sus problemas, sus ansiedades.
Es como beber alcohol: olvidas
tus problemas, te olvidas de ti mismo, y al menos durante un instante estás
lejos, lejos de ti mismo. Ese es el sentido de la excitación: ya no estás
dentro, estás fuera de ti mismo; has escapado de ti mismo. Pero estar fuera de
ti mismo, tarde o temprano te cansará. Echarás de menos el alimento que surge
de tu más profundo ser cuando estás cerca de él. Así que ninguna excitación
puede ser permanente; solo puede ser un fenómeno momentáneo, un estado momentáneo.
Todas las lunas de miel se acaban; tienen que acabar, ¡sino morirías! Si
estuvieras constantemente excitado, te volverías loco. Esa situación tiene que amainar,
tienes que alimentarte de nuevo dentro de ti mismo.
No puedes permanecer despierto
muchas noches seguidas. Puedes hacerlo una, dos o tres noches, pero si
permaneces muchas noches despierto, empezarás a sentirte cansado, totalmente
cansado y agotado. Empezarás a aburrirte, a sentirte muerto; necesitarás descansar.
Después de cada momento de excitación hace falta descansar. Mientras descansas
recapitulas, te recuperas; después, puedes dirigirte de nuevo a la excitación. Sin
embargo, la excitación no es alegría, solo es una huida de la infelicidad.
Intenta entenderlo: la excitación
solo es una huida de la infelicidad. Únicamente te proporciona una experiencia de
alegría falsa y superficial. Como ya no eres infeliz crees que eres dichoso; no
ser infeliz equivale a ser dichoso. La verdadera alegría es un fenómeno
positivo. No ser infeliz no es más que una especie de olvido. La infelicidad te
está esperando en casa, y cuando vuelvas, allí estará. Cuando desaparece la
excitación, uno empieza a pensar: “¿Qué sentido tiene ahora este amor?”.
Aquello que la gente suele denominar “amor” muere con la excitación, y eso es
una desgracia. En realidad, el amor no ha llegado a nacer.
Solo era un amor excitado; no era
amor auténtico. Solo era un esfuerzo para alejarte de ti mismo. Era una
búsqueda de sensaciones. En tu pregunta has utilizado de forma correcta la
palabra “diversión”; era diversión, pero no era intimidad. Cuando desaparece la
excitación y empiezas a sentir amor, el amor puede crecer; ya se han terminado
los días de pasión. Este es el verdadero comienzo del amor. Para mí, el
verdadero amor comienza cuando se termina la luna de miel. Cuando llega ese
momento tu mente empieza a pensar en que todo se ha acabado, ha terminado;
“Empieza a buscar a otra mujer, a otro hombre.
¿Qué sentido tiene ahora continuar?
¡Ya no es divertido!”. Si en ese momento continúas amando, el amor se volverá
más profundo, se convertirá en intimidad. Tendrá otro encanto. Ahora tendrá
sutileza, no será superficial. No será diversión, será meditación, será una
plegaria. Te ayudará a conocerte a ti mismo. La otra persona se convertirá en
un espejo, y a través de ella serás capaz de conocerte a ti mismo. Ahora es el momento
adecuado para crecer, porque ya no se desperdiciará toda la energía que se
canalizaba hacia la excitación: se verterá en las verdaderas raíces del amor, y
el árbol podrá tener un espeso follaje.
Si logras que siga aumentando
esta intimidad que ya no es excitación, surgirá la dicha; primero la excitación,
después el amor, y después la dicha. La dicha es el resultado último, la plenitud.
La excitación no es más que el comienzo, el disparo inicial; no es el final.
Aquellos que terminan en la excitación nunca sabrán qué es el amor, nunca
conocerán el misterio del amor, nunca llegarán a conocer la alegría del amor.
Conocerán sensaciones, la excitación, la febril pasión, pero nunca llegarán a
conocer el encanto del amor. Nunca sabrán lo maravilloso que es estar con una persona
cuando no hay excitación sino silencio, sin palabras, sin esforzarse en hacer
nada. Limitándose a estar juntos, compartir un espacio, ser uno, compartir tu
ser con la otra persona, sin pensar qué hacer ni qué decir, dónde ir ni cómo
disfrutar; todo eso ya pasó. Pasó la tormenta y solo hay silencio.
Sin embargo, eso no significa que
ahora no vayáis a hacer el amor; en realidad no se tratará de “hacer”, el amor
sucederá. Sucederá como fruto del encanto, del silencio y del ritmo; surgirá de
tus profundidades, no será algo corporal. Hay un tipo de sexo que es
espiritual, que no tiene nada que ver con el cuerpo. Aunque el cuerpo tome
parte en él, aunque participe en él, no es su fuente. Entonces, y solo
entonces, el sexo adopta el color del tantrismo. Así que yo te aconsejo que te
observes a ti mismo. Ahora que te estás acercando al templo, no huyas. Entra en
él. Olvídate de la excitación, es algo infantil. Más adelante te espera algo
maravilloso. Si eres capaz de esperar a que llegue, si tienes paciencia y
confianza, llegará.
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