SOLO DESPUÉS DE QUE HAYAS VIVIDO CON PROFUNDO AMOR y de que hayas
eliminado el ego y hay algo muy valioso que solo puedes conseguir si eliminas
el ego; ese es el precio, cuando realmente hayas amado profundamente, surgirá
en ti un nuevo tipo de integración. El amor hace dos cosas: en primer lugar, se
lleva el ego; en segundo lugar, te da un centro. El amor es una gran alquimia. Hay
tres tipos de amor. Yo los denomino amor uno, amor dos y amor tres.
El primer amor está orientado a
un objeto; se centra en un objeto del amor. Ves a una mujer maravillosa,
realmente encantadora, con un cuerpo proporcionado. Estás emocionado. Crees que
te estás enamorando. El amor ha surgido en ti porque la mujer es maravillosa, porque
es guapa, porque está bien. Hay algo en ese objeto que ha provocado tu amor. Tú
no eres realmente el amor; el amor proviene del exterior. Puede que seas una
persona muy poco amorosa, puede que no tengas esa cualidad, puede que no goces
de esa bendición, pero como la mujer es maravillosa, crees que el amor está
surgiendo en ti.
Está orientado a un objeto. Este
es el amor común, es lo que se conoce como eros. Es deseo. ¿Cómo poseer ese
bello objeto? ¿Cómo explotar ese maravilloso objeto? ¿Cómo hacer que sea tuyo?
Pero recuerda, si la mujer es maravillosa, no solo lo será para ti, será
maravillosa para muchas personas. Así que habrá muchas personas que se enamoren
de ella. Habrá celos, competitividad, y todo tipo de cosas horribles que
afectarán a tu amor, a lo que tú llamas “amor”. Cuenta la historia que Mulla
Nasruddin se casó con una mujer muy fea, la más fea que encontró. Naturalmente,
sus amigos estaban asombrados y le preguntaron a Mulla: “Tienes dinero, tienes
prestigio, podías haber conseguido a cualquier mujer bella que hubieras
deseado, ¿por qué has elegido a esta mujer tan fea?”.
Él contestó: “Hay una razón.
Nunca tendré celos. Esta mujer me será siempre fiel. No creo que nadie vaya a enamorarse
de ella. De hecho, ni siquiera yo estoy enamorado de ella. Es imposible. Así
que sé que nadie se enamorará de ella”. Entre los musulmanes ortodoxos existe
la tradición de que la mujer tiene que guardar purdah, llevar el velo; no puede
mostrar su rostro a los demás. La recién casada tiene que preguntarle al
marido: “¿A quién puedo mostrar mi rostro y a quién no puedo?”. Así que cuando
la mujer de Nasruddin le preguntó: “¿A quién puedo mostrar mi rostro y a quién
no puedo?”. Él contestó: “¡A todos menos a mí!”.
Si te estás enamorando de una mujer
guapa o de un hombre guapo, tendrás problemas. Habrá celos, habrá asesinatos,
cualquier cosa. Tendrás problemas. Desde el principio intentarás poseer a esa
persona para que no haya ninguna posibilidad de que algo salga mal o se descontrole.
Empezarás a destruir al hombre o a la mujer. Dejarás de darle libertad.
Acorralarás a esa persona e intentarás cerrar las puertas. Sin embargo, la
mujer era bella porque estaba libre. La libertad es un ingrediente de la
belleza que hace que cuando ves volar un pájaro en el cielo, sea determinado
pájaro, pero si lo ves en una jaula ya no sea el mismo.
El pájaro que vuela en el cielo
tiene su propia belleza. Está vivo. Está libre. Todo el cielo es suyo. Ese
mismo pájaro en una jaula es feo. Ha desaparecido la libertad, ha desaparecido
el cielo. Ahora esas alas carecen de sentido, son una carga. Son restos del pasado
y le crean infelicidad. Ya no es el mismo pájaro. Cuando te enamoraste de esa
mujer ella estaba libre; te enamoraste de la libertad. Cuando la llevas a casa
destruyes todas las posibilidades de que sea libre; en esa misma destrucción
estás destruyendo la belleza. Entonces, un día, de repente, descubres que ya no
amas a esa mujer porque ya no es bella. Eso ocurre constantemente.
Así que empiezas a buscar a otra
mujer y no te das cuenta de lo que ha ocurrido; no observas el mecanismo, cómo
has destruido la belleza de la mujer. Este es el primer tipo de amor, amor uno.
Cuidado con él. No vale mucho, no es muy importante. Y si no eres consciente de
ello quedarás atrapado en el amor uno. El amor dos: el objeto no es importante,
lo importante es tu subjetividad. Eres una persona amorosa así que brindas tu
amor a alguien. Pero el amor es tu cualidad, no está orientado a un objeto. El
sujeto está rebosante de amor, el propio ser es amoroso. Incluso aunque estés
solo eres amoroso.
El amor es una especie de sabor
de tu ser. Cuando te enamoras con el segundo tipo de amor, habrá más alegría
que con el primero. Y sabrás porque este tipo de amor lo sabrá cómo hacer que
la otra persona siga siendo libre. El amor significa dar al amado todo lo que
es bello. La libertad es el objetivo más bello de la conciencia humana, el más
preciado. ¿Cómo puedes arrebatárselo a nadie? Si realmente amas a un hombre o a
una mujer, el primer regalo, el primer don, será el don de la libertad. ¿Cómo puedes
arrebatárselo? Tú no eres su enemigo, eres su amigo. El segundo tipo de amor no
irá en contra de la libertad, no será posesivo.
Y no te preocuparás mucho porque
otra persona también aprecie a tu mujer o a tu hombre. De hecho, te sentirás
feliz de tener una mujer a la que los demás también aprecian, de haber escogido
una mujer a la que los demás también desean. Lo único que prueba ese deseo es
que has escogido un diamante, algo valioso, que tiene un valor intrínseco. No
te sentirás celoso. Cada vez que veas que alguien mira a tu mujer con ojos amorosos
te sentirás emocionado. Volverás a enamorarte de tu mujer a través de esos
ojos. Este segundo tipo de amor será más una amistad que lujuria, y será más enriquecedor
para tu alma.
En este segundo tipo de amor hay
otra diferencia. En el primer tipo de amor, el orientado hacia un objeto, habrá
muchos amantes que rodeen al objeto, y tendrás miedo. En el segundo tipo de
amor, no tendrás miedo y te sentirás libre de ofrecer tu amor no solo a tu ser
amado sino también a otras personas. En el primer tipo, el objeto será uno y los
amantes serán muchos. En el segundo tipo, el sujeto será uno y fluirá en muchas
direcciones, ofreciendo su amor de muchas maneras a muchas personas, porque cuanto
más ame, más crecerá el amor.
Cuando amas a una sola persona, evidentemente,
tu amor no puede ser muy rico; si amas a dos personas, será el doble de rico.
Si amas a muchas personas, o eres capaz de amar a toda la humanidad, o de amar
incluso al reino animal, o de amar incluso a los árboles, al reino vegetal,
entonces tu amor seguirá creciendo. Y a medida que crezca tu amor, crecerá, tú
te expandirás. Esto sí que será una expansión real de la conciencia. Las drogas
solo te dan una falsa idea de expansión; el amor es la droga básica y fundamental
que te da la auténtica idea de expansión.
Esta es una posibilidad: Albert
Schweitzer habló de “reverencia por la vida”, hay que amar a todo lo que vive.
En la India, Mahavira dijo lo mismo. Su filosofía de la ahimsa, la no violencia,
habla de amar a todos los seres vivos. Y existe la posibilidad de ir incluso
más lejos que Mahavira y Schweitzer. También se pueden reverenciar las cosas.
Ese es el máximo amor. No solo amas aquello que vive sino que amas incluso todo
aquello que existe. Amas a la silla, a los zapatos, a la puerta por la que has
entrado en tu casa, a los platos en los que te sirven la comida.
Amas a las cosas, porque también
tienen una especie de ser. Cuando uno ha llegado a este punto en el que ama a
toda la existencia independientemente de lo que sea, el amor se vuelve
incondicional. Se está convirtiendo en oración, se está convirtiendo en
meditación. El primer amor es bueno, porque siempre es mejor vivir una vida con
algo de amor que no amar. Sin embargo, el segundo amor es mucho mejor que el
primero y provocará menos ansiedad, menos angustia, menos torbellino,
conflicto, agresión, violencia. El segundo tipo de amor será más amor que el
primero, será más puro. En el primero, hay tanta lujuria que lo destruye todo,
pero el segundo tampoco es el último. Hay un tercer amor, en el que el sujeto y
el objeto desaparecen.
En el primer tipo de amor el
objeto es importante; en el segundo el sujeto es importante; en el tercero hay
trascendencia. Ya no eres ni sujeto ni objeto, ya no divides la realidad de ninguna
manera: sujeto, objeto, conocedor, conocido, amante, amado. Todas las
divisiones desaparecen. Simplemente amas. En el segundo tipo de amor, eres el
amante. Cuando eres un amante siempre hay algo a tú alrededor: una frontera,
una definición. Con el tercer tipo, desaparecen todas las definiciones. Solo
hay amor; tú no estás.
A eso es a lo que se refería
Jesús cuando decía: “Dios es amor”; el amor tres. Si interpretas erróneamente el
primero, nunca serás capaz de interpretar correctamente qué es lo que quiere
decir Jesús. No es ni siquiera el segundo, es el tercero. Dios es amor. Uno es
simplemente amor No es que uno ame, no se trata de una acción; es la verdadera
cualidad de uno. No es que por la mañana ames y por la tarde no ames; tú eres
amor, es tu condición. Has llegado a casa. Te has convertido en el amor. Ahora
ya no hay división. Ha desaparecido la dualidad.
El primer tipo de amor es “yo eso”.
Se considera al otro una cosa. Así lo denomina Martin Buber: “yo eso”. La otra
persona es como una cosa que tienes que poseer. “Mi” mujer, “mi” marido, “mi”
hijo, y en esa misma posesión aniquilas el espíritu de la otra persona. El
segundo tipo de amor es el que Martin Buber denomina: “yo-tú”. El otro es una
persona. Sientes respeto hacia el otro. ¿Cómo puedes poseer a alguien a quien
respetas? Pero Martin Buber se detiene en el segundo; no ha alcanzado el
tercero. Llega hasta el “yo-tú”; desde el “yo-eso” al “yo-tú” hay un gran paso
pero no es nada comparado con el paso que hay desde el “yo-tú” al no dualismo,
a la unidad, donde solo el amor permanece.
Incluso el “yo-tú” es un fenómeno
que crea cierta tensión. Tú y el ser amado todavía estáis separados, y toda
separación crea infelicidad. A menos que te conviertas completamente en uno con
el ser amado, con la persona amada, es inevitable que siga acechando algún tipo
de infelicidad. En el primero la infelicidad está muy clara, en el segundo la infelicidad
no está tan clara; en el primero está muy cerca, en el segundo no está tan
cerca, está lejos, pero está ahí. En el tercero ya no está.
Así que me gustaría que
aprendieras más acerca del amor. Pasa del primero al segundo, pero sé
consciente de que el objetivo es el tercero. Con el segundo tipo de amor se
trata de ser. Tú amas. Amas a todas las personas que están disponibles. Y amas
de diferentes maneras: a una persona la amas como esposa, a otra como amigo, a
otra como hija, a otra como hermana, a otra como madre. Y también es posible
que puedas compartir algún tipo de amor con muchas personas. Así que logra primero
el segundo tipo de amor. Con el tercer tipo, sencillamente, eres amor. Al
llegar a ese punto, puedes seguir amando, no tiene fin.
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